domingo, julio 23, 2006

El Rostro Actual de Clio by Manuel...creo

EL ROSTRO ACTUAL DE CLÍO


LA HISTORIOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA:

DESARROLLO, CUESRTIONES Y PERSPECTIVAS[1]

LILIANA REGALADO DE HURTADO

ESTUDIO: PROPUESTAS Y COMENTARIO

El presente trabajo tiene el afán de señalar y comentar críticamente algunas de las propuestas y temáticas que la autora refiere en su obra. Por ende, dicho trabajo tiene un carácter selectivo. Por tener esta cualidad lo que viene adelante es arbitrario, pero no por ello deja de tener rigurosidad esta tarea en cuanto la relevancia de lo señalado.

En la introducción, la autora manifiesta que las ciencias tienen la virtud de no caer en desfase, sino que están en constante renovación. Es a partir de ello que el recorrido en historiografía por más de un siglo que hace ella se entiende de esta perspectiva. Así, el positivismo decimonónico, la nueva historia en términos amplios, hasta el manifiesto historiográfico pueden situarse en este sentido.

En el primer capítulo, la revolución historiográfica y sus antecedentes, nuestra autora desarrolla tres acápites: Las bases de la historiografía moderna; El desarrollo de la historiografía después de la segunda guerra mundial: la influencia de las ideologías y los contextos sociales y políticos; y por último, historiografía tradicional versus nueva historia: escuelas, metodología y temática.

En el primer acápite, trata sobre el positivismo decimonónico. Él fue, como el título lo indica, el sostén de la historiografía moderna. Alimentó a las posteriores corrientes con: el carácter de paradigma científico, dotó de la idea del progreso de la Ilustración francesa.

Decimos que tuvo carácter de paradigma porque alrededor de él se unificó una metodología para el trato de las fuentes, y para la relación entre el investigador y su objeto. En sí, tras de él subyació todo una filosofía. La idea del progreso, desde Turgot y Condorcet; permitió ver la odisea humana como un camino unidireccional hacia la razón y por ende progreso material y espiritual continuo. Esta idea, como todo el pensamiento ilustrado, se nutrió de empirismo en cuanto se preocupó más por las cuestiones del conocimiento que de la metafísica. Además, la Ilustración tuvo como base al racionalismo idealista y en última instancia el cartesianismo. [2]

Esta tendencia surge cuando se estaban suscitando cambios sociales, políticos. Hubo confluencias de movimientos sociales, sindicales, políticos. Se produjo la independencia de las colonias americanas de sus metrópolis europeas.

En los ámbitos institucionales, se desarrollan las bibliotecas y los archivos.

Los historiadores positivistas entre los que destacan en Alemania Ranke y en Francia Langlois y Seignobos recibieron la influencia de sociólogos tales como August Comte y Emilio Durkeim. El primero tenía una concepción de la historia del mundo como un sendero por tres fases en lo que respecta al tipo de conocimiento que los hombres tenían. Así, habla de una primera forma de conocimiento que sería la teológica. Una segunda que es la metafísica y por último, un conocimiento refinado que sería el más evolucionado: el positivo que connota la racionalidad científica plenamente lograda.

La filosofía positivista o en todo caso sus presupuestos se depositaron en: la historia fue entendida como el conjunto de los hechos humanos ocurridos en el pasado siendo una realidad objetiva, inalterable e independiente. La escritura histórica es un relato que deberá expresar dicha realidad desde una descripción absolutamente verídica del pasado. El método consistirá en el mayor alejamiento posible entre el sujeto cognoscente y el objeto de estudio. Finalmente, el trabajo del historiador consiste en concentrarse en el acopio y la ordenación de hechos a partir del análisis crítico y objetivo de las fuentes documentales. Una vez logrado esto, recién sería posible la actividad de interpretación por parte del historiador.

Como se ve, el positivismo en la historia reúne los esfuerzos de otras disciplinas (la sociología por ejemplo) y los desarrolla. Por otra parte, el positivismo al desarrollarse en el siglo XIX convivió con una sociedad europea industrial, donde predominaban las grandes fábricas, los trabajos en serie, que como resultado de su proceso obtenían productos. Los fabricadores y sus objetos fabricados eran diferentes. En los segundos no había ni “residuos” de quién podría ser su elaborador. Había un producto objetivo. Esta percepción fue parte del paradigma positivista. La historia (historiografía) como producto. [3]

En el segundo acápite, Liliana Regalado nos presenta posturas de interpretación sobre el mundo después de la segunda guerra mundial. También refiere a las propuestas de corrientes historiográficas tales como los Annales de la segunda generación y una vertiente del marxismo.

Menciona a Ernst Nolte, quien considera la historiografía de la segunda mitad del siglo XX como respuesta a lo que iba aconteciendo en el mundo: potencias que aspiran a ejercer influencia sobre otros, la amenaza de guerra, entre otros. Ricardo Forster, opina que se vive una crisis de la modernidad desde su racionalidad.

Pienso, que ambas interpretaciones son adecuadas en el sentido de que polarizado el mundo en dos fuerzas ideológicas, políticas, sociales, económicas, etc., los escritores, y por ende los historiadores en sus trabajos, pensando el pasado para la construcción de un futuro mejor, han tomado posturas en cuanto a uno y otro. A esto, recuerdo una experiencia, nada agradable para el implicado, aunque de menor grado si es que se la compara con otras, como persecuciones. Me refiero a Pablo Neruda, él dice en una de sus obras [4] que no se le permitía ser padrino de un niño por ser él comunista.

La segunda generación de Annales, encabezada por Fernán Braudel empleó el término estructura. En Braudel, sería estructuras, ya que hacía mención a estructuras económicas, sociales, geográficas, etc. En este punto defería de un marxismo que manifestaba, y lo sigue haciendo, de infraestructura económica, estructura social y estructura política, y superestructura ideológica. Otro punto de desencuentro fue la crítica marxista de que Braudel había retornado a la historia tradicional en cuanto al tiempo puesto que él atribuía como causas de hechos históricos no sólo a las estructuras, sino también a los acontecimientos.

En el tercer acápite, ella nos presenta dos interpretaciones en torno a las diferencias entre historia tradicional y nueva historia, así como el contenido que se le da a cada una de ellas, desde dos historiadores: Peter Burke y Lawrence Stone.

Burke señala que la nueva historia está asociada con la escuela francesa de los Annales, y con una reacción más amplia, entendida como proveniente de otros países donde se incluye afines o diferentes temas, métodos, técnicas, etc., con respecto a los Annales. Ambas nuevas historias tienen en común el rompimiento con el paradigma tradicional positivista al estilo de Ranke.

Algunas de las diferencias son: amplia variedad temática, el uso de indistintas fuentes, pluralismo de métodos, etc.

Burke excluye el marxismo de la nueva historia. Tal vez se deba a la rigidez teórica que manifestaba y por ende no estar abierta a cambios en su interpretación de las sociedades.

Por otra parte, Stone alude al surgimiento, desde los años cincuenta, de tres tipos de historiografías científicas: el modelo económico marxista; el modelo ecológico demográfico francés; y la metodología cliométrica americana. [5] Ellas formaron parte de una reacción contra la narrativa, la biografía, la historia política,…, es decir contra la llamada historia tradicional. Sin embargo, las dos primeras caerían en un determinismo simple, mientras que la última tenía una metodología tan abstrusa que pocos historiadores que no estaban en su círculo la entendían.

El segundo capítulo, se desenvuelve en cuatro partes: De las cuales tocaremos dos. La transformación de los paradigmas científicos y sus efectos en la historiografía a partir de 1970; los cambios y las características de la historiografía actual

En esta primera parte se trata sobre la denominada crisis de la modernidad y el advenimiento de una nueva era: la posmoderna. También se refiere a la apertura de otros métodos para obtener conocimiento; el pensamiento complejo; las influencias de la segunda generación de la escuela de Frankfurt; y la distinción de dos concepciones de la historia entre los historiadores.

Para tocar el tema de modernidad y posmodernidad, Liliana Regalado nos dice que Miguel Giusti en Alas y Raíces. Ensayos sobre ética y modernidad, encuentra una doble crisis de la modernidad, en el plano teórico y práctico que finalmente están interrelacionados. Sobre el primero, dice que la racionalidad moderna (la lógica de la rentabilidad) es contraproducente. Además, manifiesta que los instrumentos conceptuales modernos son incapaces para dar cuenta de la compleja realidad. Sobre el segundo, expresa que el etnocentrismo cultural y la destrucción del equilibrio ecológico se dan mediante un modelo de crecimiento económico de la racionalidad moderna.

Sobre la racionalidad moderna y sus implicancias en la destrucción del ecosistema quisiera hacer un comentario. Pienso que podríamos hacer una distinción entre la racionalidad del Estado y la racionalidad del empresario, aunque muchas veces ambos confluyen. La lógica del empresario es emprender y para ello necesita hacer todo lo necesario para lograrlo. Con ello no trato de justificar sus acciones, sólo poner hincapié en que la lógica del Estado es la de proteger los intereses de todos los que conforman la nación, y por ende preocuparse del medio ambiente. Si antes no lo ha hecho lo podemos atribuir a falta de conocimiento sobre las posibles consecuencias nefastas. Además, cada vez hay más empresarios que consideran que tienen un compromiso social y por ende ambiental. Pienso que es posible no abandonar la idea de la racionalidad en esta perspectiva.

María G. Núñez Pérez en Historia, ciencia y complejidad en los finales del siglo XX, nos dice que para la ciencia que se tiende a llamar posmoderna el conocimiento depende de su imprevisibilidad (no existe un método único para llegar a él. En gran parte, esto se debe a las críticas de Khun, Paul y otros hacia el método lógico, el método hipotético deductivo, como el único de carácter válido, lo que abrió el camino a nuevas posibilidades), y la ciencia y el conocimiento se legitiman por consensos temporales y locales dentro de sistemas abiertos que dan lugar a nuevas ideas, nuevos enunciados y reglas de juego.

Liliana Regalado caracteriza a la ciencia contemporánea por su apertura a la permanente transformación, la conciencia del cambio y la aceptación más franca de la innovación entre los científicos. Esa es su gran virtud nos dice, pero a la vez su peligro. Las ciencias requieren estabilidad y los consensos respecto de métodos, teorías y conocimientos que no deberían ser temporales, puesto que una cosa es la apertura a lo nuevo y otra teñir de eventualidad el quehacer científico.

Además, reflexiona que uno de los logros más favorables para la historiografía y las disciplinas humanas, a consecuencia de las transformaciones mencionadas, es que se acepte que su rigor y los conocimientos alcanzados por ellas no son concesiones epistemológicas que las convierten en saberes de segundo orden debido a los niveles de subjetividad y arbitrariedad que poseen.

Considero que a la luz de que en la ciencia moderna no existe objeto sin conciencia y que la tarea de la ciencia no es averiguar verdades absolutas, sino relativas[6], la historia y las demás ciencias humanas han recuperado su estatuto de ciencia. Pero, ¿acaso es tan importante ser considerado(a) como tal? Pienso que en la medida de no pensar a las ciencias sociales como meros ejercicios prácticos y pragmáticos, sino por el contrario que necesitan constante reflexión teórica, epistemológica, metodológica. Sí.

El pensamiento complejo, nos dice Regalado, aspira a lo multidimensional reconociendo los lazos entre las entidades. Aquel distingue e incluye, pero también conlleva un principio de incertidumbre. Busca un saber no parcelado, no reduccionista y el reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento.

Otras aportaciones provienen de Jurgen Habermas y Kart Otto Apel, de la segunda generación de Frankfurt, destacaron el establecimiento de una buena comunicación entre las ciencias y las hermenéuticas históricas.

Ya para finales del siglo XX se distinguen nítidamente dos concepciones de la historia, surgidas de la relación del historiador con su objeto de estudio. Una llamada nominalista, donde el hecho se construye, como cualquier hecho científico, desde los intereses del presente del historiador. Éste es un discurso más que no tiene el privilegio de ser portador de la verdad. La otra percepción es la conocida como realista, donde el pasado es una realidad que el historiador debe restaurar y construir como un saber positivo.

En la segunda parte, los cambios y las características de la historiografía actual, la autora señala los cambios de los terceros Annales. Así, la historia es entendida como una construcción cultural. La influencia de Foucault se hizo notar con la caída de la distinción entre lo central y periférico, que unos creyeron negativo, pero que conllevó a la apertura de una variedad de temas y documentos, inclusive los visuales.

En las primeras décadas del siglo pasado se había privilegiado al contexto histórico desde las ideas de un gran pensador, sin embargo en estos últimos años se ha valorado el contexto social que no es otra cosa que el clima de opinión de la época.

Por otro lado, una de las diferencias entre la postura historicista y la posmoderna es la de que la primera captaba una “verdad única”, mientras que la segunda muchas verdades relativas. El problema de ésta es la de caer en múltiples e infinitas verdades, olvidando que si bien hay concepciones, éstas no son indeterminadas para el análisis.



[1] Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima. Primera edición agosto del 2002

[2] Julián Marías. Historia de la filosofía. Revista de Occidente S.A. Madrid, 1962. Decimoquinta edición (primera edición, 1941).

[3] Alfonso Mendiola y Guillermo Zermeño. De la historia a la historiografía. Las transformaciones de una semántica. Historia y Grafía, UIA, número 4, 1995.

[4] Pablo Neruda. Confieso que he vivido. Ediciones PEISA para El Comercio. Lima, 2002.

[5] Refiere a ellas para ver los motivos por los que se estaría resurgiendo la narrativa, pues el desencanto de ellas sería una de las causas para dicho retorno. Lawrence Stone. El resurgimiento de la narrativa. Reflexiones acerca de una nueva y vieja historia. En El Pasado y Presente. Fondo de Cultura Económica. México. Primera edición en español, 1986 (primera edición en inglés, 1981)

[6] En Carlos Barros. Hacia un nuevo paradigma historiográfico. En Wilfredo Kapsoli Escudero (compilador). Historia e historiadores. Editorial universitaria de la universidad Ricardo Palma. Lima, septiembre del 2001. Y éste ( versión escrita), de las conferencias dictadas, con el mismo título, el día 23 de abril de 1998 en la facultad de ciencias sociales de la universidad autónoma de Chiapas (San Cristóbal de las Casas), y el 24 de junio de 1998 en la facultad de humanidades y artes de la universidad de Rosario (Argentina).

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