domingo, julio 30, 2006

Que le vaya bien, doctor García; por Cesar Hildebrandt

La rentabilidad política de la derecha peruana es la más alta del mundo. Obtuvo un 25 por cien de los votos en primera vuelta y ahora parece estar a punto de comenzar su próximo gobierno.

¿Pero cómo se puede ganar una elección con 25 por cien de los votos en un país donde hay segunda vuelta?

Muy fácil: recordándole a la gente que la derecha (o sea el statu quo, el baile en una loseta, el entusiasmo raído de Cotler, el baile de las máscaras) es la sensatez y que todo lo que no sea derecha es temeridad, peligro, abismo a domicilio.

Entonces la derecha perdedora se alza con la copa y los menesterosos que ganaron en primera vuelta y hubieran gobernado si en el Perú no hubiese ballotage reciben la patada en el fondillo, el eres Orozco pero no te conozco de toda la vida y el hasta la próxima de los que mendigaron sus votos igualando las promesas de la izquierda.

¿Pero cómo es eso de que la derecha es sensatez y que el cambio –cualquier cambio– es galope hacia el peligro?

¿Es sensato apostar por el inmovilismo en un país con 50 por cien de pobres y 24 por cien de pobres extremos?

¿Es sensato pensar que un país entregado –con brevísimos intervalos– a la derecha y fracasado gracias a ese matrimonio de dos siglos siga casado con sus saqueadores, esos que perdieron cuantas guerras pudieron perder y se llevaron al París del siglo XIX y al Miami del vulgar XX lo aquí obtenido con salarios de hambre e impuestos de risa?

Doscientos años de derecha. ¿Otros doscientos más? Puede ser. Veremos. Total, dependerá de si el doctor Alan García ha confundido las macrocifras en azul y el equilibrio fiscal con el continuismo de los Kuczynski y su pandilla.

Porque los medios de comunicación que han secuestrado la mente de los peruanos sostienen que las promesas de García fueron moneda electoral y que, al final, el gobierno es para gente seria y doctores de la real-politik.

O sea que te volviste a joder Condori, pobre idiota, que tus votos fueron a parar a manos de Rafael Rey, el ángel vengador que matará a Da Vinci. Eso se llama reconciliación nacional, o sea religue con el fujimorismo aliado, Condori desinformado y antipatriota.

El señor presidente de la República nos llenará hoy de palabras. Para él los discursos son performances y la labia sirve para encandilar, así que esperamos los hechos para saber si el doctor García ha sido secuestrado por Kuczynski (a) Gringo y su banda internacional.

Al doctor García no hay que creerle demasiado. No olvidemos que en la campaña electoral del 2006 prometió que el jefe de su gabinete sería un independiente y eligió a Jorge del Castillo, que es tan independiente como la marsellesa de la calle Alfonso Ugarte.

Prometió que el contralor sería propuesto por la oposición en el Congreso.
Prometió que los mototaxistas entrarían al colapsado Sistema de Salud Integral.
Prometió que homologaría los sueldos de la Policía con los de los militares.
Prometió que restituiría la Constitución de 1979 a través de este Congreso devenido Constituyente.

Prometió que pondría fin a los abusos de los services, o sea a los excesos antilaborales de un tercio de la economía formal.

Prometió que revisaría línea por línea el TLC y que jamás perjudicaría a los campesinos, coma por coma.

Y no olvidemos que cuando nos enteramos que los congresistas habían cobrado en el año 2001 cien mil soles por concepto de “liberalidad” el doctor García exigió a su bancada que devolviera hasta el último centavo. Nadie devolvió nada. Y él no dijo nada.

Y cuando un periodista de Perú 21 le preguntó en plena última campaña por qué atacaba a Toledo si éste no era parte directa de la batalla electoral, García dijo textualmente:

–Toledo forma parte de la campaña electoral de Lourdes Flores, porque forma parte del mismo paquete económico, del mismo grupo humano que quiere continuar dirigiendo el país.

Y lo hacen a través de una ideología y una política económica que presentan como exitosa cuando ha originado la huida de millones de peruanos al exterior, desempleo y mayor desnutrición.

¿Estamos claros? Palabras, al fin y al cabo. El viento se las lleva, la prensa las oculta cuando conviene, la televisión las edita para gusto de Cotler y su club de crepusculares resignados, la gente las olvida, la política las trajina, la historia apenas las consigna, la Iglesia las vuelve terror y los vendedores de sebo de culebra las excitan convirtiéndolas en el sudor de su frente y en su pan de cada día.

Buena suerte, doctor García.

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p.d.- tomado de la columna de Cesar Hildebrandt en el diario La Primera

  • Link a columna de Cesar Hildebrant