jueves, octubre 19, 2006

Golpe de Estado en Norteamérica por Cesar Hildebrandt

Julia Wilson, de 14 años, nacida en Sacramento, California, fue hace unos días sacada de su clase de biología en el colegio McClatchi y llevada a una estación policial para ser interrogada por el FBI.

La razón de tan insólito interrogatorio es que Julia Wilson se dedicó durante un buen tiempo a despotricar de Bush y de su guerra en Irak. Lo hacía en un blog llamado My Space y lo hacía con creciente furia.

Un día decidió añadir caricaturas zahirientes y mensajes ominosos que calentaran sus intervenciones. “Apuñalemos a Bush”, decía una flecha que apuntaba a un muñeco que parecía ser la caricatura tridimensional del presidente norteamericano.

“Me dijeron que lo que había hecho es un delito federal y me puse a llorar”, dijo Julia luego de ser liberada. “Creí que allí mismo me iban a arrestar”, añadió.

Sus padres hervían de indignación y se quejaron ante las autoridades del colegio por haber permitido el “operativo” en contra de una niña que se declara pacifista y preocupada por los problemas del mundo. “Ni siquiera nos avisaron de que la iban a interrogar dos oficiales del FBI”, clamaron.

“Yo no tengo nada en contra de mi gobierno. Lo que no me gusta es Bush”, dijo Julia a los aturdidos periodistas que cubrieron el suceso.

Ayer, mientras tanto, Bush firmaba la ley que deroga el privilegio del hábeas corpus y de la asistencia de un abogado durante un interrogatorio formal para los sospechosos de terrorismo. Un siglo de democracia conquistada cae ante el hacha de Rumsfeld y el fuego de Cheney, como si de un viejo árbol que obstaculiza la vía se tratara.

Julia Wilson ha prometido, por su parte, de que seguirá criticando con todas sus fuerzas la política belicista de su presidente.

Y la verdad es que sólo las Julia Wilson de este mundo tienen la posibilidad de parar esta ola de infamia mundial.

Julia, y su generación, entenderán mejor que nadie que los que quieren convertir los conflictos de hoy en guerras de religión son unos mentirosos. Que de lo que se trata es de guerras de rapiña por los recursos naturales y políticas de bandidos que hacen buche con las palabras democracia y libertad.

Que mientras Israel siga soñando con las fronteras bíblicas y con la misión encargada por Dios para beneficio único de sus tribus, el mundo islámico seguirá produciendo antígenos fundamentalistas, rencorosos y violentos.

Y que si Estados Unidos sigue por el camino que Reagan le propuso y Bush ha reemprendido el poder de los militares, asociado al de las corporaciones, seguirá siendo el poder real.

El golpe de Estado de la maquinaria industrial-militar ya se ha producido y lo que vemos hoy en los Estados Unidos son hilachas de democracia y bolsones de resistencia civil que ven llegar a combatientes de 14 años como Julia. Día a día la democracia de Bush, que permite desde interceptar las comunicaciones por mera sospecha hasta el asesinato encubierto por orden presidencial, es cada vez más un espectro y una parodia.

¿En qué país se ha convertido Estados Unidos? ¿Qué clase de pesadilla orwelliana ha triunfado?

En alguna cueva afgana, en algún galpón pakistaní, junto a una fogata de nómada en algún desierto, Osama Bin Laden debe de estar sonriendo. Aquel 11 de septiembre no derribó dos torres.

Arruinó un sistema de convivencia que había sido uno de los mejores a pesar de su racismo supérstite hasta 1964 y demolió unos valores que triunfaron frente al nazismo y por los que valía la pena morir.

No fueron las torres el blanco de Bin Laden. Fue el corazón de la democracia norteamericana. Y dio en el blanco

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